Mis razones
“Yo me quedo.”
Miles de personas viven en países en conflicto
y sufren, a diario, las consecuencias.
Ayúdanos a asistirlas y devolverles
la dignidad que merecen.
El apoyo psicológico es esencial para paliar el sufrimiento humano; por eso, creemos que debe ser parte integral de la ayuda humanitaria y de los cuidados médicos. Nosotros proporcionamos este tipo de atención especializada a personas afectadas por conflictos armados, desplazamiento, violencia (incluyendo violencia sexual), brotes epidémicos, desastres naturales y marginación y negligencia social, así como a personas con otras condiciones médicas que pueden afectar a su salud mental, como las enfermedades crónicas o la desnutrición.
El objetivo de nuestro apoyo es que estas personas y comunidades creen sus propias estrategias de adaptación tras una experiencia traumática, y lo llevamos a cabo mediante intervenciones psicológicas (o farmacológicas cuando se requiera). Nuestros psicólogos y consejeros les ayudan a hablar de sus vivencias y a procesar sus sentimientos con el fin de reducir los niveles de estrés general: escuchando, acompañando en el dolor y ayudando a restablecer los sentimientos de seguridad, confianza, autoestima y esperanza.
Dentro de estos programas, realizamos actividades de sensibilización y de apoyo en las comunidades. Además, ofrecemos ayuda psicológica temprana, con el objetivo de reducir el riesgo de problemas de salud mental a largo plazo.
Intervenimos en países donde hay personas con necesidades médicas graves, agudas y crónicas, provocadas por un conflicto, una ola de violencia, un desastre natural, etc. Nuestros programas quirúrgicos son muy diversos, desde cirugías de guerra en países en conflicto a cirugía obstétrica en clínicas de maternidad.
Este tipo de atención especializada escasea o no existe en los países gravemente afectados por crisis en los que trabajamos: puede haber poco personal cualificado o este puede no disponer del instrumental o del equipamiento médico necesarios para realizar una operación. En estas circunstancias, la asistencia que proporcionamos es vital, y gran parte de la cirugía que practicamos es de emergencia.
Con el fin de mejorar nuestras actividades, hace años que desarrollamos los kits quirúrgicos, que contienen el instrumental, el equipamiento y los medicamentos necesarios para iniciar este tipo de intervención, de inmediato y en cualquier entorno. Podemos utilizar o habilitar quirófanos en estructuras hospitalarias ya existentes o instalarlos en hospitales hinchables u otro tipo de estructuras temporales que nos permiten disponer de quirófanos funcionales en cuestión de horas.
Durante el parto y las posibles complicaciones que puedan darse, recibir atención médica cualificada puede salvar la vida de la mujer y la del bebé. Esta necesidad se agudiza en zonas afectadas por conflictos armados o desastres naturales.
Reducir la mortalidad materna y neonatal puede conseguirse con sencillas innovaciones en los sistemas de salud, incluso en lugares poco accesibles. Por ejemplo, tal y como hemos hecho en nuestros programas, pueden organizarse casas de acogida donde las mujeres embarazadas se instalan, cerca de una maternidad, a la espera de dar a luz.
También es esencial para la salud de la mujer la existencia de servicios especializados en caso de violencia sexual: la asistencia médica debe ser inmediata para atajar las posibles consecuencias de la agresión. Finalmente, debe mejorar el acceso al tratamiento de prevención de la transmisión del VIH de madre a hijo, a servicios de planificación familiar y a cuidados posparto y para mujeres que han sufrido un aborto no seguro.
Llevamos muchos años dando atención a personas con enfermedades crónicas. Más de la mitad de los países en los que trabajamos están en guerra o son muy volátiles e inestables. Hemos trabajado en colaboración con los Ministerios de Salud de numerosos países para proporcionar diagnóstico, tratamiento y cuidados para estas enfermedades en zonas de conflicto, campos de desplazados y refugiados, apartadas regiones rurales, barrios chabolistas e incluso en prisiones.
En todos estos lugares, desarrollamos estrategias que evitan que los pacientes interrumpan su tratamiento en caso de que un brote de violencia les impida acudir al centro de salud o de que tengan que huir. Uno de los protocolos que estamos implantando consiste en preparar bolsas con los medicamentos que los pacientes necesitarán llevarse con ellos en caso de huida.
En Sudán del Sur, por ejemplo, un país afectado por el conflicto y con alta prevalencia del VIH, en las zonas donde trabajamos hemos sido capaces de tratar a pacientes con VIH mediante estrategias centradas en la comunidad para intentar asegurar la cobertura y estabilidad. Seguiremos explorando nuevas formas de garantizarles el tratamiento.
“Yo me quedo.”
Mensajes
76779 mensajes
Páginas